Percebes, cigalas y gambas. Un besugo y un capón. Herminia
piensa que hay demasiada comida. La cena es sólo para ella y don
Anselmo, el nuevo párroco que ha llegado procedente de las oficinas del palacio del Arzobispo.
Se dirige a la iglesia, a misa de 12. En la escalera, una mujer joven con su
niña en brazos pide limosna. Una idea le pasa por la cabeza.. En la sacristía, don Anselmo comprueba las existencias del vino y de las obleas, que pronto se convertirán en la sangre y el cuerpo de Cristo. Cuando Herminia le dice que serán dos invitadas más a cenar, una sombra de
duda se refleja en el rostro del sacerdote.
-Pero, son trigo limpio?