viernes, 31 de octubre de 2014

La euforia




Los niños se unieron y se rebelaron contra aquellos adultos ineptos que, a base de despropósitos, estaban destrozando su futuro. Cuando se cumplía el tercer día del tercer mes de los enfrentamientos, Carlitos compareció ante una masa que recibió emocionada y enloquecida la noticia de un triunfo sin paliativos.


lunes, 27 de octubre de 2014

Sobre gustos...




-Pues a mí me gustaba más antes, cuando solo habían patos y peces. El lago era un remanso de paz y tranquilidad... 
-Sí, pero era mucho menos interesante.



Amistades



"Special date" by Nils Breiner


- ¿Cómo acabó en el estanque tu vieja camioneta, Zack?
- Perdí una apuesta.
- ¿Qué tipo de apuesta?
- Aposté con Graham mil dólares a que flotaba.
- Eres idiota.
- Ya, pero es mi amigo y necesitaba ese dinero.



sábado, 25 de octubre de 2014

Maruja y Ramón


- Parece que se hunde muy despacio…
- Tranquila, mujer. Siempre con tus prisas…
- Con lo del calentamiento global, seguro que, en nada, se secará el lago y se descubrirá el pastel. Verás…
- ¡Para entonces ya estaremos en el otro barrio! 
- ¿Tú crees que no levantaremos sospechas?
- Yo creo que no. A nuestra edad…
- Primero nos dejan sin blanca, luego salen de rositas de la cárcel y para postre las tarjetas negras. ¡Cabrones!
- No me gusta que digas palabrotas. Con lo educada que eras cuando te conocí y hay que ver cómo has ido cambiando con el tiempo.
- Cuando terminemos con todos, tenemos que darnos tú y yo un homenaje en este restaurante, donde vienen todos a gastarse nuestra pasta.
- ¡Claro que sí! 
- Te sangra la mano, cariño.
- Ya lo sé, me he hecho daño al sabotear el coche.
- ¡Cómo me gusta! Parecemos Bonnie and Clyde… Cuando se lo cuente a mis amigas… ¡Qué contentas se van a poner!
- Maruja… ¿te he dicho que te quiero?

domingo, 19 de octubre de 2014

La noticia







La noticia no podía engañar a nadie. La apariencia de veracidad me asaltaba desde las palabras sobre el papel arrugado. Sin embargo, en algún lugar remoto de mi consciencia gritaban las alarmas: no puede ser, no puede ser... Incapaz de creer lo que estaba leyendo, quise enunciarlo en voz alta, para que, al escucharme, mis amigos me dijeran que estaba loco y, así, paradójicamente, volver a la realidad de los cuerdos. No sirvió de nada. El calor que desprendían todos a mi alrededor no logró enmascarar el frío eterno que comenzó en ese momento a apoderarse de mí. Y que todavía sigue.

Ana Canela

VACÍO


Papá siempre fue cariñoso con nosotros. Esperarlo llegar del trabajo siempre sonriente y con una golosina para cada uno de los cinco hacía que las siete de la tarde fuera el horario más deseado del día…
Recuerdo el momento como si fuera una foto. Mamá en la cocina cantando canzonettas italianas aprendidas de mi abuela, el olor a comida cocinándose flotando en el aire y mis cuatro hermanos y yo, mirando atentamente hacia la puerta, esperando la entrada de aquel hombre jovial y fornido con tesoros dulces en las manos destinados a cada uno de nosotros.
Mientras permanecíamos sentados mirando de reojo el reloj cucú colgado en la pared, las 19 hs se transformó en 19:30 y la misma en 20… Siendo el más grande de los hermanos miré a mamá preocupado por el horario, sin que dijera una palabra; mamá, sonriente trató de tranquilizarme diciendo -¡Ya va a venir, no se preocupen…!
Una hora después la puerta se abrió. Aquel gran hombre sonriente entró serio, nos miró a todos y dirigiéndose directamente a mi madre dijo – ¡Me convocaron, voy a la guerra…!
Hace un año que mamá cree haber logrado mantenernos lejos de las noticias…
Después de salir de la escuela corremos a la plaza en busca de un periódico ya leído y abandonado por algún transeúnte. Estamos informados y sabemos que hoy se publicarán la lista de los caídos en el frente hasta el día de la fecha.
Encontramos un periódico del día, apresurados nos acomodamos para leer el listado; y allí estaba…
Nunca olvidaré leer el nombre de mi padre y recordar como ese nombre se fue nublando de la hoja producto de mis lágrimas, y sabiendo  que ya nunca más la puerta se volvería a abrir ni volveríamos a ver a ese gran hombre sonriente con caramelos en las manos, porque unos malditos hijos de puta habían puesto en esa lista a mi papá…


LUIS GONZALEZ

sábado, 18 de octubre de 2014

El rescate



-¿Y el periódico dice algo de tu padre, Pablito?
-No, Manolín. Solo habla de los muertos en la batalla de Madrid. Pone que son miles, la mayoría republicanos.
-¡Vaya mierda! Mi tío está está en el frente, con el padre de Felisa y el molinero. Y mi hermano en el Manzanares, vigilando el Puente de los Franceses. Espero que estén todos bien. La verdad es que el tuyo tuvo una suerte... Ya me hubiera gustado a mí que me mandaran a una misión secreta a Persia para rescatar a la princesa esa... ¿cómo dices que se llama?
-Sherezade, creo, o algo así. Dice que es muy hermosa, y valiente. Ahora están acampados en un bosque que hay frente al castillo donde la tiene cautiva el Sultán.
-Si te envía otra carta, ¿nos la leerás?
-Pues claro que sí...



miércoles, 15 de octubre de 2014

Lírica in extremis




Siempre fue devota de las metáforas. Recuerdo claramente sus palabras antes de abandonarme: “Eres tan patético como un viejo saxo sin el músico capaz de sacarle alguna nota”


martes, 14 de octubre de 2014

El saxofón


El 13 de octubre  de 1841, la cafetería anexa al Teatro Rialto de Bruselas hervía de un publico impaciente ante la anunciada actuación de  Adolphe Sax, fabricante de instrumentos musicales e insigne intérprete de clarinete. Sin embargo, en el centro de la pista descansaba, sobre una silla de color rosa, un extraño artilugio jamás visto. Se apagaron las luces y Adolphe apareció por fin, dio unos pasos hacia el micrófono y desgranó las primeras notas de aquel “clarinete de latón”. El silencio fue atravesado por un fuerte sonido metálico  lleno de matices y tonalidades que cambiaban del rojo al violeta pasando por el verde y  el azul cielo. Adolphe había trabajado hasta el éxtasis, largos días y noches sin sueño, buscando la perfección de su ingenio. El resultado llenó a sus oyentes de una intensa emoción y asombro. Los aplausos retumbaron largo rato por todo el edificio y se sucedieron los abrazos y apretones de manos  estremecidos de los más allegados.  El ilustre músico acababa de regalar un pedazo de gloria a saxofonistas venideros como Charlie Parker o John Coltrane entre muchos otros.

Secreto



Él trabajaba en un bar llamado “El Conde”; desde que lo vi quedé fascinada. Miraba sus dedos rozar las llaves de aquel saxo gastado, su boca apoyada en la boquilla y esa suave música entregada al aire lograba cerrar mis ojos y verme automáticamente desnuda junto a él, entregada, acariciada y devorada mientras flotaba entre notas musicales…
Los viernes a las dos de la madrugada era la primera en acercar mi silla al frente del pequeño escenario donde cinco minutos antes actuaba un ventrílocuo que presentaba un show donde dialogando con su muñeco se dedicaba a contar chistes pasados de tono y a esputar palabras ofensivas a los parroquianos que por entonces estaban tan embriagados que solo atinaban a reír con la boca muy abierta sin saber a ciencia cierta el porqué de sus carcajadas…
Mis movimientos ya eran una ceremonia conocida por todos. Acercar la silla, acomodar mi pelo, cruzar las piernas y disfrutar de mi trago, ansiosa por la salida de aquel viejo músico de jazz de la que estaba secretamente enamorada.
El ritual siempre era el mismo. Sin presentación alguna el desvencijado telón negro se abría, y entre el humo del cigarrillo una luz se encendía en el centro del escenario para iluminar al viejo que con toda parsimonia abría su maleta, extraía el viejo saxo, se sentaba y sin decir una palabra lograba callar el bullicio de los borrachos y las putas, transformando ese tugurio en un lugar único y mágico…
Mientras los silencios y las notas se mezclaban en el aire haciendo el amor conmigo sin que nadie lo supiera, acercaba el vaso a mis labios, lo miraba para inmediatamente llevarme su imagen a mis sueños, donde llegaba al orgasmo casi inmediato. Él lo sabía…
En mi momento cumbre me embestía con una nota aguda que lograba que mi alma rozara los dedos de Dios, para dejar mi cuerpo húmedo como prueba de haber llegado al Olimpo, a la cumbre de las cumbres…
Cuarenta minutos después de haberme hecho el amor como nadie en esta tierra, él se ponía de pie, regresaba el saxo a su estuche, lo cerraba y dándome la espalda se retiraba llevándose el instrumento consigo y parte de mi alma para yo jurarle eterna fidelidad de viernes después de las dos de la madrugada…

lunes, 13 de octubre de 2014

Su mejor actuación




Cuando el saxofonista dio por terminada la que consideró su mejor actuación en años de apostasía, el público le pidió entre aplausos y vítores que improvisara una última pieza, una pieza que expresara sus sentimientos más íntimos y personales... El músico apuró su copa de bourbon, después rogó silencio absoluto, e indicó al tramoyista con un gesto que dirigiera el foco central hacia el micrófono. Tomó aire, retrocedió un paso y, tras dejar el instrumento sobre la silla, se marchó.