viernes, 8 de julio de 2011

Piratas de agua dulce


Aquella última esquina iluminada del pueblo señalaba el límite. Más allá la nada, la oscuridad. Como en las historias de marinos que se habían de enfrentar a misterios impenetrables, plagados de monstruos, tras el último cabo conocido; así no sentíamos nosotros, cada vez que nos decidíamos, emulando a los héroes de nuestras novelas, a rebasarla.
El misterio se iniciaba como al abrir las páginas de nuestros libros de aventuras. Los más osados y aguerridos abrían la marcha, el resto seguíamos su rumbo para no caer a la deriva.
El mar era la estepa solitaria y nosotros, piratas en busca de cofres repletos de maravillas…
La fuerza de la lectura nos empujaba.

1 comentario:

  1. Sigue, Magdalena, sigue escribiendo que por aquí unos están de vacaciones y otros han abandonado la lectura y la escritura para dedicarse a faenas burocráticas menos reconfortantes pero necesarias.

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